Propietario acorralado: reformas impuestas, okupación tolerada y el avance silencioso del control estatal

reinmocan • 26 de julio de 2025

Entre la espada y la pared: cómo las reformas obligatorias, la okupación y el aumento del control estatal están dejando al propietario sin margen de maniobra.

En los últimos años, ser propietario en España ha pasado de ser una garantía de estabilidad a convertirse en una pesadilla legal, económica y social. Y no, no es casualidad.

Es el resultado de un conjunto de medidas que, lejos de proteger a los ciudadanos, están dejando al pequeño propietario completamente indefenso.

  • LA LEY DE VIVIENDA: la excusa perfecta para intervenir la propiedad privada
  • CERTIFICADO DE EFICIENCIA ENERGÉTICA: o reformás o quedás fuera del mercado
  • LA OKUPACIÓN: la gran impunidad del sistema

Si alguien entra ilegalmente a tu vivienda, el proceso de desalojo es lento, costoso y lleno de trabas. Y si actúas por tu cuenta… el delincuente puedes ser tú.

Al que tiene un piso le exigen. Al que lo invade, lo amparan.

Desgaste psicológico, patrimonial y social para el propietario.

¿QUÉ ESTÁ GANANDO EL GOBIERNO CON TODO ESTO?

El Gobierno está generando un escenario donde el propietario privado pierde progresivamente el control sobre su patrimonio, mientras el Estado gana terreno como actor central en el mercado inmobiliario.

  • Primero te regula el precio.
  • Luego te obliga a reformar.
  • Después te impide desalojar.
  • Y finalmente te hace responsable de los fallos del sistema, si no puedes reformarla,si no puedes recuperarla ante una okupación…

¿De quién es realmente ese inmueble? 

CONCLUSIÓN: el propietario como enemigo, el Estado como dueño silencioso

Somos el “acaparador”, el “especulador”, el “privilegiado” que el sistema necesita controlar.
Pero también somos el que sostiene el mercado, el que invierte, el que alquila, el que paga impuestos.

Y sin embargo, nos convierten en el problema a eliminar. El resultado es una trampa perfecta:El Estado no necesita expropiar, le basta con asfixiar. Te obliga a cumplir, pero no te protege. Te exige invertir, pero te impide rentabilizar. Te promete justicia, pero te entrega burocracia, inseguridad y desgaste.

El Gobierno no está protegiendo a los vulnerables. Está construyendo dependencia.

Y cuanto más frágil es el propietario, más poder acumula el Estado.

Por eso hay que decirlo claro: Esto no es justicia social, es intervencionismo encubierto.

Esto no es progreso, es control.Veamos cómo se relacionan la Ley de Vivienda, la LAU, la okupación y el nuevo Certificado de Eficiencia Energética… y lo más importante: qué está ganando el Gobierno con todo esto.

La Ley de Vivienda, vendida como una medida para facilitar el acceso a la vivienda, ha pulverizado la seguridad jurídica de los arrendadores:

  • Te obligan a mantener contratos largos (5-7 años) con prórrogas automáticas.
  • No puedes subir el alquiler según el mercado: hay topes que te dejan por debajo de la inflación.
  • Si tienes cinco inmuebles, aunque seas autónomo, jubilado o heredes, te consideran "gran tenedor" y te aplican aún más restricciones.
  • En zonas tensionadas, no decides tú cuánto vale tu alquiler… lo decide el Gobierno.

Todo esto reduce tu rentabilidad, pero también tu derecho a decidir sobre tu propio bien.

El nuevo golpe viene por el lado técnico:

Si tu vivienda no cumple con los estándares energéticos fijados por la UE, no podrás alquilarla o venderla libremente. Esto te obliga a realizar reformas que, en muchos casos, son costosas y poco viables. Y si no las haces, tu vivienda queda estigmatizada, desvalorizada o directamente excluida del mercado formal. Es decir: otra forma de expulsar al pequeño propietario del juego. Y mientras a ti te exigen de todo… a los okupas no se les exige nada. Si un inquilino deja de pagar y se declara vulnerable, no lo puedes echar. ¿Te das cuenta?. La okupación no es solo un problema de seguridad, es una estrategia de desgaste:

Esto no es casual. Es cálculo político.

  1. Cada vez hay menos propietarios dispuestos a alquilar: por miedo, por pérdida de rentabilidad o por inseguridad jurídica.
  2. Eso reduce la oferta en el mercado, lo que a su vez dispara la presión social sobre la vivienda.
  3. ¿Y quién aparece como “salvador”? El Estado. Con más vivienda pública, con más intervención, con más poder sobre el mercado inmobiliario.

El plan es claro: debilitar al propietario privado para reforzar el control público. 

No te expropian tu vivienda directamente… Hoy en día, si tienes una vivienda en propiedad, estás bajo sospecha. Pero la verdad es otra: Y lo que están haciendo contigo es inaceptable: Te regulan, te exprimen, te paralizan…, mientras los que no cumplen las reglas viven gratis, con protección legal y aplauso político. Esto no es proteger al vulnerable. Esto es castigar al que hace las cosas bien.

Y si no levantamos la voz ahora, pronto el único “propietario” legal será el Estado


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Quiero contaros la historia de Juan, un pequeño tejedor que vivía en un pueblo tranquilo. Juan tenía un par de casitas heredadas de sus padres, con las que pagaba las cuentas y vivía con lo justo. Nada lujoso, solo lo necesario. Un día, el Rey del Gran Reino anunció que para proteger el bosque mágico que rodeaba el pueblo, todos debían construir una “muralla verde” alrededor de sus casas. La muralla debía cumplir reglas muy estrictas: ventanas nuevas, paredes aisladas, techos brillantes, placas solares… El Rey decía que era por el bien del bosque y para que el aire fuera puro. Juan se preguntó: “Está bien cuidar el bosque, pero ¿quién va a pagar todo esto? ¿Yo, con mis pocas monedas?” Pasaron los meses y la muralla verde se volvió ley. Juan intentó pedir ayuda al Rey, pero las monedas que le dieron fueron tan pocas que apenas cubrían el papeleo. Mientras, los grandes señores del reino, dueños de castillos enormes, seguían sin cambiar sus murallas viejas. Juan comprendió que si no construía esa muralla, no podría vender ni alquilar sus casitas. Se sentía atrapado y excluido, mientras el Rey hablaba de progreso y justicia. Ahora, ¿os suena esta historia? Porque en realidad, esto es lo que está pasando con el nuevo Certificado de Eficiencia Energética en España. A partir de 2030, tu vivienda tendrá que tener una calificación energética mínima E para venderla o alquilarla, y en 2033, la letra D. ¿Te preguntarás, “Begoña, ¿y esto quién lo va a pagar?” Pues los mismos de siempre: los pequeños propietarios, los que tenemos uno o dos pisos y los alquilamos para llegar a fin de mes o complementar la pensión. ¿Habrá ayudas? Sí, pero tan pocas y con tanto papeleo que parece una burla. Y las reformas que exigen —aislamiento, ventanas nuevas, placas solares— pueden costar miles de euros, justo cuando la mayoría ya no llega a final de mes. ¿Y si no lo haces? No podrás vender ni alquilar legalmente, y te arriesgas a sanciones o a quedar fuera del mercado. El Gobierno nos vende esto como una medida ecológica y progresista, pero en realidad están excluyendo al pequeño propietario para beneficiar a los grandes fondos que siguen comprando y vendiendo sin problema. ¿Quién puede permitirse reformar 2, 3 o 4 pisos? ¿Un jubilado? ¿Una familia modesta? No. Esto está diseñado para que solo los de siempre puedan seguir jugando. Por eso, lo que debemos exigir es: Subvenciones reales, no simbólicas Asesoramiento técnico gratuito Tiempo y flexibilidad real Y sobre todo, que no nos criminalicen por tener una propiedad. No somos delincuentes ni especuladores. Somos gente que ha ahorrado y ha cumplido. Mejorar la eficiencia energética es necesario, pero esto no es transición verde: es exclusión verde. Si no puedes pagar, te quedas fuera. Eso no es justicia social, es una política ciega y destructiva. 
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