Capacidad de resiliencia del ser humano

reinmocan • 25 de julio de 2025

La resiliencia no es fortaleza innata, es la habilidad de reconstruirse con dignidad en medio del dolor

¿Conocen el libro "Relatos Cortos" de Jorge Bucay?.

Cuenta que cuando era pequeño, le encantaban los circos. Le fascinaba los elefantes, sus enormes dimensiones y su fuerza descomunal. 

Le parecía increíble que después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permaneciera atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que le aprisionaba una de las patas. La cadena era gruesa, pero la estaca era un minúsculo trozo de madera clavado a pocos centímetros de profundidad. Le parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, también podía tirar de aquel minúsculo tronco y liberarse. —¿Qué lo sujeta? ¿Por qué no huye? se pregunta el incrédulo niño. 

Tras preguntar a los mayores, sólo una respuesta le resultó ser convincente: «El elefante del circo no se escapaba porque estuvo atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño». Posiblemente, el elefante desde muy pequeño y atado a una estaca, tiró y tiró tratando de liberarse. Debía terminar el día agotado porque aquella estaca era más fuerte que él. Día tras día debía volver a intentarlo con el mismo resultado. Y así́ hasta que un día terrible para el resto de su vida, el elefante aceptó su impotencia y se resignó a su destino.The

Ese poderoso elefante no escapa porque cree que no puede, tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió de pequeño. Y lo peor es que jamás volvió a poner a prueba su fuerza.

Este cuento para mi es una tremenda paradoja sobre la vida de muchos de nosotros en la actualidad o en algún momento tal vez nos pasó. A menudo, vivimos encadenados a muchas estacas que nos quitan la libertad, que nos imposibilitan ser. Nos atamos a cosas materiales sin pensar que estamos en este planeta solamente un tiempo limitado, y tiene sentido que tratemos ese tiempo sabiamente, de una manera que sea significativa para nosotros.

Permanecemos en la zona de confort, tenemos inquietudes, nuevas metas y en muchas ocasiones no somos capaces de salir de ese falso estado de bienestar, aunque en el fondo sabemos que "por ahí no es", algo nos avisa desde nuestro interior, yo lo llamo el sexto sentido álmico de que mas tarde o mas temprano ese momento va a llegar.

A menudo, a las personas nos pasa lo mismo que al elefante del circo, vivimos encadenados a cientos de estacas que nos quitan libertad. Pensamos que «no podemos» hacer una serie de cosas sencillamente porque un día, hace mucho tiempo, lo intentamos y no lo conseguimos y/o porque alguien nos dijo que no seríamos capaces de lograrlo. Entonces nos grabamos en la memoria este mensaje: "no puedo y no podré nunca"b, como dice Jorge Bucay en su reflexión.  Hemos crecido llevando este mensaje autoimpuesto y por eso nunca volvimos a intentar liberarnos de la estaca. 

Este es el caso de un cliente, que por determinados motivos perdió su puesto de trabajo, tuvo un accidente y perdió parte de la movilidad de la pierna izquierda, imposibilitándolo para desempeñar su trabajo. 

Antes del accidente tenia una vida mas o menos holgada. Después de su accidente le dieron una pensión por invalidez pero con lo que cobraba no llegaba a cubrir sus gastos mensuales fijos y tuvo que elegir entre alimentarse o pagar la hipoteca, y como ustedes entenderán, hizo lo primero.

Tras una periodo relativamente corto las empresas de recobro subcontratadas por la entidad bancaria que hipotecó su casa empezaron a llamarlo de forma incesante. Quiso alargar la situación en el tiempo lo mas que pudo, no atendiendo llamadas y bloqueando los números de estas empresas de recobro, hasta que llego la temida carta notificándole que de no regularizar la situación económica de impagos que presentaba, la entidad bancaria iniciaría el procedimiento de ejecución hipotecaria. 

Tal y como le paso al elefante, mi cliente se encadenó a una estaca, que en este caso era su casa. Pensaba que si el banco le arrebataba su techo, su hogar no podría seguir viviendo, se llegó a preguntar ¿a donde voy a ir? ¿Quién me va a recoger? en definitiva, miedo a que su vida se paralizase y no poder conseguir otro lugar al que llamar hogar.

Cuando llegó a nosotros, le explicamos que su problema con todo lo que le había sucedido no había empezado, lo peor estaba por venir. El banco cuando inicia un procedimiento de ejecución hipotecaria, si no salda la deuda en la propia ejecución, promueve un procedimiento dinerario, con el que busca cobrar la totalidad de la deuda. 

De seguir por ese camino, se hubiese quedado sin casa, con embargos de cuentas, embargos de vehículos, etc. Por lo tanto, le aconsejamos poner a la venta su propiedad, la vendimos relativamente pronto, gestionamos con el banco una quita lo que hizo posible que se quedara con un remanente de beneficio, no muy alto, pero suficiente para volver a empezar. Energéticamente mas tranquilo, consiguió un nuevo trabajo adecuado a su discapacidad y hoy, vive en su nueva casa cerca del trabajo.

Ahí esta la paradoja del elefante, a menudo las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos, en mayor medida producida por nuestros propios miedos y el pensamiento de que no somos suficientes. El futuro no existe, se toman decisiones en el presente y no sabemos que pasará mañana, lo que sí sabemos, es que cuando un problema se presenta y no podemos mantener la situación anterior, se trata de buscar una nueva solución siendo consecuentes y sabiendo que la situación actual, es la insostenible. Aún con miedo, pero hazlo.

Empecemos a creer más en nosotros mismos y en nuestra capacidad de resiliencia.

Begoña Rodríguez

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Quiero contaros la historia de Juan, un pequeño tejedor que vivía en un pueblo tranquilo. Juan tenía un par de casitas heredadas de sus padres, con las que pagaba las cuentas y vivía con lo justo. Nada lujoso, solo lo necesario. Un día, el Rey del Gran Reino anunció que para proteger el bosque mágico que rodeaba el pueblo, todos debían construir una “muralla verde” alrededor de sus casas. La muralla debía cumplir reglas muy estrictas: ventanas nuevas, paredes aisladas, techos brillantes, placas solares… El Rey decía que era por el bien del bosque y para que el aire fuera puro. Juan se preguntó: “Está bien cuidar el bosque, pero ¿quién va a pagar todo esto? ¿Yo, con mis pocas monedas?” Pasaron los meses y la muralla verde se volvió ley. Juan intentó pedir ayuda al Rey, pero las monedas que le dieron fueron tan pocas que apenas cubrían el papeleo. Mientras, los grandes señores del reino, dueños de castillos enormes, seguían sin cambiar sus murallas viejas. Juan comprendió que si no construía esa muralla, no podría vender ni alquilar sus casitas. Se sentía atrapado y excluido, mientras el Rey hablaba de progreso y justicia. Ahora, ¿os suena esta historia? Porque en realidad, esto es lo que está pasando con el nuevo Certificado de Eficiencia Energética en España. A partir de 2030, tu vivienda tendrá que tener una calificación energética mínima E para venderla o alquilarla, y en 2033, la letra D. ¿Te preguntarás, “Begoña, ¿y esto quién lo va a pagar?” Pues los mismos de siempre: los pequeños propietarios, los que tenemos uno o dos pisos y los alquilamos para llegar a fin de mes o complementar la pensión. ¿Habrá ayudas? Sí, pero tan pocas y con tanto papeleo que parece una burla. Y las reformas que exigen —aislamiento, ventanas nuevas, placas solares— pueden costar miles de euros, justo cuando la mayoría ya no llega a final de mes. ¿Y si no lo haces? No podrás vender ni alquilar legalmente, y te arriesgas a sanciones o a quedar fuera del mercado. El Gobierno nos vende esto como una medida ecológica y progresista, pero en realidad están excluyendo al pequeño propietario para beneficiar a los grandes fondos que siguen comprando y vendiendo sin problema. ¿Quién puede permitirse reformar 2, 3 o 4 pisos? ¿Un jubilado? ¿Una familia modesta? No. Esto está diseñado para que solo los de siempre puedan seguir jugando. Por eso, lo que debemos exigir es: Subvenciones reales, no simbólicas Asesoramiento técnico gratuito Tiempo y flexibilidad real Y sobre todo, que no nos criminalicen por tener una propiedad. No somos delincuentes ni especuladores. Somos gente que ha ahorrado y ha cumplido. Mejorar la eficiencia energética es necesario, pero esto no es transición verde: es exclusión verde. Si no puedes pagar, te quedas fuera. Eso no es justicia social, es una política ciega y destructiva. 
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